martes, 14 de mayo de 2013

Amour

Michael Haneke trata aquí el tema del amor desde un punto de vista distinto. Es un amor real, humano. Es el paso por el crisol de la vejez. Después de que se muestra el primer episodio de la enfermedad de la esposa, la vida de los dos cambia radicalmente. La enfermedad toma el control del cuerpo de Anne (Emmanuelle Riva) y Georges (Jean- Louis Trintingnant) comienza ese largo camino de acompañante en sus limitaciones y dolores.

Me parece que es la película sobre el realismo del amor. Haneke te lleva a un departamento cargado de detalles realistas. No te sientes en un escenario, no te imaginas las luces ni las cámaras. Todo está en un ambiente lo más apegado a la realidad posible. Los detalles dentro de los sets son muy cuidados. La iluminación es parca, tal como sucede en un departamento antiguo de unos ancianos. Toda la atmósfera apoya la línea argumentativa. Se busca realzar la crudeza del amor y todo esto lo soporta y lo lleva a feliz término.

Haneke hila un guión que te lleva a la desesperación de la enfermedad. Las escenas son largas, muchas de ellas no pasa nada grandioso pero sí sustancial a lo que desea comunicar. La desesperación crece en el espectador cuando comienza a enredar la sencilla línea de una enfermedad dentro de un departamento.

Su argumento del amor real es cortado con el asesinato de Georges sobre su esposa. Ese amor real, se corta en egoísmo, en un afán de salir libre (como la paloma que se muestra tantas veces). El más sentimental dirá que eso sí es verdadero amor. No podremos saber las intenciones verdaderas en las que se apoya el personaje. Este hecho, fuerte y conmovedor, punto central, me parece un error en el planteamiento de su tesis.

Haneke muestra la situación que millones de parejas viven en la enfermedad. Un sufrimiento de ambos que se vive de muy distintas formas, pero siempre doloroso y cruel.

Por Adrián Gutiérrez

No hay comentarios:

Publicar un comentario