martes, 30 de abril de 2013

Blancanieves


Blancanieves

Esta película de Pablo Berger es una grama con muchos toques cómicos. Se sitúa a mediados del siglo pasado en España. La técnica utilizada es la del cine mudo a blanco y negro. Se buscó incorporar elementos del famoso cuento de Blancanieves en un entorno taurino al sur de la Península Ibérica.

Así como se usan estereotipos de los cuentos de hadas, así también se proyectan variados estereotipos de la cultura hispana. En un intento por acercarse a un cine más americano, las costumbres y tradiciones españolas o son minimizadas o maximizadas. Por ejemplo, la fiesta taurina con enanitos toreros no es como en verdad se vive allá. Es un elemento dramático adicional. Por otro lado, no hay dolor en el toro y la petición de indulto es algo que cae en lo rosa. Aligeran la tauromaquia. Por otro lado, la sesión de fotos con el cadáver es magnificado y se le transforma en cómico. Tradiciones de España cambiadas para adaptarse a un cine más comercial.

La fotografía es bien lograda y lleva bien a todo el argumento. Juega mucho con las luces y las sombras. Donde más se ve esto es en la mansión y en los corrales. Tiene muchos cambios de perspectiva y enriquece el lenguaje visual.

Los actores hacen una muy buena labor. Antonio Villalta (Daniel Giménez)  logra transmitir emociones fuertes con un cuerpo paralizado. Encarna (Maribel Verdú) es el prototipo de mala de cuento. Vanidosa, soberbia y sin escrúpulo alguno. Es un personaje bien llevado desde el guión.

Es acertado no poner tantos tarjetas de texto. Dejan que las actuaciones lo digan todo. Es una película bien lograda pero que para muchos está bajo la sombra del ganador al Óscar: el Artista.
 
Por Adrián Gutiérrez

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